sábado, 2 de junio de 2012

La Roja, Rajoy y la crisis.

Mariano Rajoy ha estado con la selección nacional de fútbol en su concentración de Las Rozas; No hace mucho tiempo, cuando solo era líder de la oposición, criticaba duramente que el Presidente Rodríguez Zapatero usara sus triunfos para lograr un beneficio político. A veces las tortillas se viran antes de lo que esperamos, o sencillamente antes de que los demás pierdad la memoria. Pues bien, en su visita ha pedido a los jugadores que ganen el Campeonato de Europa para dar una alegría a los españoles en esta época tan difícil. En hábil e inteligente respuesta, el seleccionador nacional ha espetado: "Estamos acostumbrados a la presión, defendemos el título y somos campeones del mundo, pero ganarlo no creo que sea la solución de España". ¡Pues claro, Del Bosque! Que no te añadan la responsabilidad de darnos la felicidad. España no necesita campeonatos, sino líderes capaces de darnos soluciones. Solo falta ahora ver al Marianico peregrinar a Lourdes, Fátima o alguno de esos lugares habituales donde los creyentes van a pedir milagros.

Los futbolistas dan alegrías o tristezas, según, a los aficionados al fútbol y solo por ganar o perder partidos; los lugares de peregrinación dan paz espiritual a quienes se acercan a ellos afligidos por problemas personales y de fe; los políticos, sobre todo los que están al timón del barco, han de dar soluciones, ni basadas en la fe ni en los resultados deportivos, sino en las listas del paro, la bolsa y la estabilidad del sistema financiero. Qué bien le vendría a Rajoy y a su cada día más impredecible Gobierno que nuestra selección ganara de nuevo el título continental. Conociéndonos, durante una semana, al menos, el país no hablaría de Bankia, Dívar, la prima, el IBI de la Iglesia, etc. Estaríamos de fiesta, de animada charla en los cafés comentando el gol de maestro de Iniesta, o la picardía de Pedro, o la gran parada de Casillas. Somos simples, se nos contenta con eso mientras el país sigue a la deriva sin enderezar el rumbo, aunque algunos ministros digan que son simples titulares de pensa, como decía ayer Montoro acerca del rapapolvo de Bruselas.

Quienes gobiernan, cada día se parecen más a los que han llevado a tantas entidades financieras a la ruina. Mientras pueden ofrecen datos maquillados, eluden las comparecencias, mantienen discursos evasivos y totalmente vacíos de contenido pero locuaces en palabras... La culpa la tendrán siempre los otros, los anteriores, por dejarnos una herencia tan mala; su trabajo ha consistido en intentar, de todas las maneras posibles, salvar la economía del desastre. Hoy, Rajoy ha querido culpar a los medios de comunicación, a los críticos por supuesto, de agoreros que acrecientan los rumores sobre España. Ha hablado de "temores irracionales y aspavientos inútiles", de que "España no está al borde del precipicio" y que "la posibilidad de quiebra es inviable", entre otras cuestiones. Si nos fijamos detenidamente en su rostro, durante estas comparecencias, podemos ver una cara con expresión poco convincente, aunque se esconda tras su barba; su oratoria no da credibilidad. A la ya acostumbrada manía de balbucear y hablar con un seseo a veces irritante (¡Con la cantidad de buenos logopedas que hay!), ahora nos ofrece la imagen del que ni él mismo se cree lo que dice, pensando más en intentar parecer veraz que en serlo.

Por supuesto que España saldrá de esta. Por el camino se quedará, nos quedaremos, mucha gente, unos arruinados, otros sin trabajo, algunos sin vida. Sobre sus conciencias debería quedar la desastrosa gestión que de la crisis hicieron (están haciendo), pero, posiblemente, digan que sus conciencias están tranquilas porque nada pudieron hacer ya que los mercados, Zapatero, Bruselas y la madre que los parió fueron los que llevaron al país a esta situación tan nefasta.

El poder deslumbra, corrompe y hace sordos a los que lo obtienen, eso ya lo sabíamos, pero hacerlo con tanta desfachatez cuando más trabajo y lucha por los verdaderos intereses nacionales hacía falta no se había visto en muchos años. No interesa el bien común, sino el bien de los comunes; es como lo de "todo para pueblo, pero sin el pueblo" de la época del despotismo ilustrado del siglo XVIII, que es adonde quieren conducirnos. Aunque, intentando hacer algo de chiste con ello, éstos son despóticos pero muy poco ilustrados. Quien no lo crea, que lea atentamente los currículos de quienes nos gobiernan.

Volviendo al fútbol y a ese campeonato que se juega en unas semanas en Polonia y Ukrania nos acecha ahora una gran duda: ¿Será bueno para España que la selección renueve su título o mejor que pierda y nos haga centranos en nuestros verdaderos y graves problemas? Quiero que ganen pero me da miedo, lo van a usar indebidamente para contentarnos.

¡Animemos a la Roja pero no perdamos de vista al Gobierno!

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