jueves, 28 de junio de 2012

120 minutos y 9 penaltis.

Anoche pudimos abrir un pequeño paréntesis en nuestra indignación diaria para "sufrir" con La Roja, sí esa a la que la televisión pública madrileña (Tele-Aguirre) se niega a llamarla así, me imagino que por las connotaciones izquierdosas que tiene el color rojo ¡Serán idiotas! Pues bien, ese kit-kat que abrimos durante 120 minutos de partido y 9 penaltis, ya que el último de Portugal, el que correspondía a Cristiano Ronaldo, no fue necesario tirarlo (¡Qué injusticia! balbuceaba al verse eliminado), nos hizo vibrar a ratos, maldecir en otros momentos y, sobre todo, saltar de alegría cuando Cesc Fábregas batía al portero luso. Hoy, en la prensa, los grises y negros titulares habituales acerca de rescates, corrupciones, recortes, escándalos se medían en las portadas con fotos de los jugadores de la selección y frases optimistas de cara al partido de la final el próximo domingo. No soy un forofo seguidor del fútbol, pero anoche fui uno de los más de 17 millones de espectadores que parece ser que seguimos la retransmisión por televisión, junto con unos 1.500 que estaban en el estadio.

Da alegría, una inmensa alegría, poder vivir un resultado victorioso de este grupo de jugadores de fútbol que, junto a Nadal o Fernando Alonso por ejemplo, nos tienen acostumbrados a continuas celebraciones en los últimos años. Parece que por fin algo español se puede pasear muy orgulloso por el mundo, incluso provocando ciertos miedos en quienes con ellos han de enfrentarse. Pero, como decía, yo y espero que miles o cientos de miles más esta mañana hemos regresado a la rutina de tener que leer, ver o escuchar lo último del caso Dívar, lo nuevo de la prima de riesgo, los recortes de ayer, la presumible subida de mañana, etc, etc, etc. Y es que debemos distinguir entre esos momentos de júbilo y la realidad; No hay que renunciar a las alegrías que los deportistas nos dan (parece ser que son los únicos capaces de hacerlo), pero debemos seguir atentos, indignados, protestones y muy vigilantes antes de que se le ocurra al Presidente y/o algunos de sus ministros de vender la moto de la final del europeo como victoria propia.

Por su parte, Rajoy amenaza de nuevo con tomar su Air Force One o Two (quizás el One corresponda al Rey, en realidad me da igual) y se plante en el Olímpico de Kiev, contradiciendo así cualquier lógica política debido al bloqueo que debería tener Ucrania por parte de los dirigentes democráticos europeos (claro que hay que ser demostradamente demócrata para eso) por el encarcelamiento injusto de la ex Primera Ministra Yulia Timoshenko. El "seseador" de La Moncloa dice que con una vez que no pisó suelo ucraniano como protesta es más que suficiente medida de presión. este se quiere subir al carro fácil de ver a la selección con la Copa de Europa; anda que como sea gafe...

Volviendo a los asuntos judiciales, de los que no logramos salir del todo, acaba de pedir amparo ante el Consejo General del Poder Judicial el juez  instructor del caso del expresidente Fabra (el noveno que se encarga de este caso en 8 años) por recibir presiones de sus superiores para que archive la causa y no siente definitivamente en el banquillo al susodicho. Hay que recordar que está acusado de tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal, ahí es nada; pero es que vivimos en el país de nunca jamás: nunca jamás dejaré que condenen a uno de los nuestros, haga lo que haga; algo así como la Iglesia con sus curas pedófilos. No terminamos de despegar como nación importante, no somos referentes de nada si nos sacan del fútbol o del tenis y eso tenemos que agradecérselo sin duda a nuestros políticos, esa "clase" instalada en ayuntamientos, comunidades, parlamentos y cualquier institución de la que se obtengan pingües beneficios en forma de importantes remuneraciones por su mal ejercicio. Es como tener en España una máxima: ¡Hazlo mal, gasta el dinero público sin control y llévamos a la ruina que nosotros, idiotas, te premiaremos en las urnas!

No quiero poner punto final a este post sin volver a "La Roja", para pedir, como han hecho miles de conciudadanos ya, en especial por Twitter, que los jugadores donen su importante prima por ser campeones o subcampeones a causas sociales. Gente como ellos, que gana tanto dinero durante el año, debería tener un gesto de generosidad y cubrirse aún más de gloria, no sólo jugando tan bien como lo hacen sino siendo, además, generosos con tantos miles que lo pasan cada día peor y que, sin embargo, se ponen  frente al televisor cuando juegan para empujarles hacia la victoria con su ánimo.

¡No esperamos menos de ellos!

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