martes, 19 de junio de 2012

Si yo fuera...

Posiblemente a algunos, quizás muchos, de los que lean esto les venga la misma reflexión que a mi: "Me equivoqué de profesión u oficio". Yo creo que tenía que haber "estudiado" para político; bueno, quizás eso de estudiarlo es demasiado pedir dada las capacidades y formación que se constatan en muchos de los que a ello llegan. No hay un título que otorgue tal cualificación, ni en la formación profesional ni en la universitaria y eso que he buscado. Más bien es una forma de vida, una dedicación que si sabes montártelo bien te resuelve la idem, además mandando en algunos casos, legislando en otros y bien viviendo en la mayoría.

He de confesar que alguna vez he pensado que no hubiese sido mal gestor público (sueños que tiene uno, iluso), quizás en un ayuntamiento donde el contacto con el ciudadano es mucho más directo y cercano. En el colmo de mi atrevimiento comenté hace unos años este asunto a un conocido, dedicado a la noble tarea de la política, el cual me dejó muy claro un tema, que me imagino forma parte de algún decálogo secreto de cómo llegar a ese nivel social y que te pague el erario público en vez de la cuenta de resultados de una empresa privada, diciéndome que la administración municipal no interesa, que hay que ir a niveles más alejados del ciudadano, como las comunidades autónomas o el Estado, ya que en el primero de los círculos se trabaja demasiado, debido precisamente a la cercanía al foco del problema ¿Qué les parece?

Volviendo al camino que se debe seguir, ya que el de los estudios no es el idóneo y te hace perder unos años maravillosos para nada, tenemos entonces dos vías: la vía "familiar", por la que hay que disponer de un apellido bien introducido en las esferas de algún partido político; o bien la vía "larga", en la que hemos de trabajar bastante desde las bases del partido, ofreciendo muchas horas a cambio de alguna palmadita en la espalda, diciendo casi siempre que si... Vamos, lo que solemos decir por esta tierra un trepa, sin más. Ambos van subiendo con más o menos dificultad con una meta en el camino: por lo menos ser Diputado. En el Parlamento las cosas se ven suficientemente desde la distancia, el trato es exquisito, los asientos son de buena piel, tendremos despacho y, si llegamos a miembro de la Mesa, Comisiones, Portavoces, etc., mucho mejor, ya que nuestra recompensa irá en proporción al cargo.

De todas formas, no nos vayamos a creer que quedarnos en la escala básica, simple Diputado, está mal, ni mucho menos; Cuando ya la crisis nos había enseñado las orejas, bien enseñadas, a los que vamos a pie, ellos, los legisladores, se reunieron y decidieron que su sueldo no era lo suficientemente digno para desempeñar ese trabajo y se lo subieron. Hay que recordar aquí que simplemente aplicaban literalmente el Reglamento del Congreso de los Diputados, que en su artículo 8.1 dice "Los Diputados percibirán una asignación económica que les permita cumplir eficaz y dignamente su función" y en el 8.2  "Tendrán igualmente derecho a las ayudas, franquicias e indemnizaciones por gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función". Pues bien, la dignidad de estos sacrificados ciudadanos se tasa en 2.813,87 € de asignación mensual y unos complementos, también mensuales, de 1.823,86 € para alojamiento y manutención, 3.000 € al año para taxis, billetes de avión, tren o barco sin límite de crédito, para sus comunicaciones un ordenador portátil y un teléfono móvil; también disponen de despacho. Si subiésemos en la escala y nos sentamos en el "trono" del hemiciclo del Congreso, entonces las retribuciones mensuales llegan a 11.934,90 € incluyendo el sueldo y los complementos por miembro de la Mesa, por gastos de representación y los gastos de libre disposición (este es el que más me gusta: 2.728,57€/mes.)

Ahora, en junio de 2012, en la parte más dura hasta, el momento, vivida de la crisis, con una intervención maquillada y un palabrerío constante de los ministros de Economía y de Hacienda, así como del Presidente del Gobierno, desmintiendo unos días antes cada uno de los pasos hacia el rescate de españa que ha ido dando Europa, confundiendo y haciendo ver que somos más de lo que la realidad dice, aparte de su discurso hábilmente hilado por buenos asesores en el uso del lenguaje para nunca llamar a las cosas por su verdadero nombre o simplemente por un nombre entendible por los ciudadanos. Ellos siguen viajando, sonriendo, reuniéndose, sonriendo, dando ruedas de prensa en el extranjero (aquí no son norma habitual), sonriendo... La última que me ha dado tiempo de ver es una foto de la llegada de Mariano Rajoy a la Conferencia del G20 en México; en ella se ve a su señora esposa acompañándole, me imagino que no por motivos de trabajo, sino que su viaje es de placer; tendrá salidas a visitar lugares interesantes, algunas compritas, gastos en el lujoso hotel donde se hospedan, escoltas cuando sale sola...

Después de esto, de ver que ellos están en otra galaxia, donde no se sufre con los precios de las cosas, con las negativas de los bancos a dar un crédito, con el despido un día sí y otro también de cientos de trabajadores casi sin derechos que reclamar por la reforma impuesta, embutidos en sus estupendos trajes y relucientes corbatas (ellos, solo trajes, bueno y bolsos, ellas), con el coche oficial a la temperatura que le gusta al señor, o señora, esperando en la puerta, etc., etc., etc. ¿Qué podemos hacer?  Ahora me viene a la memoria un episodio, bastante "al pelo" aunque hayan pasado unos años ya, en el que pudimos ver y oir en los medios de comunicación, a una ministra, Celia Villalobos,  cómo increpaba (insultaba diría yo) a su chófer por no ser más rápido en traerle el coche y, por tanto, hacerla esperar unos segundos de más (http://www.youtube.com/watch?v=Lrq4F6DlFXg - véanlo, no tiene ningún desperdicio). Con este vídeo podemos volver al comienzo del post y comentar largo y tendido lo de la formación y competencia para ser político; pero no hace falta ninguna, ya que a veces, muchas veces, una imagen vale más que mil palabras. He leido que en la actual situación que vivimos y padecemos ya no estamos indignados, simplemente estamos hasta los cojones (con perdón).

¡Malditos mediocres!



Fuente de los datos de las retribuciones indicadas:







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