Anoche pudimos abrir un pequeño paréntesis en nuestra indignación diaria para "sufrir" con La Roja, sí esa a la que la televisión pública madrileña (Tele-Aguirre) se niega a llamarla así, me imagino que por las connotaciones izquierdosas que tiene el color rojo ¡Serán idiotas! Pues bien, ese kit-kat que abrimos durante 120 minutos de partido y 9 penaltis, ya que el último de Portugal, el que correspondía a Cristiano Ronaldo, no fue necesario tirarlo (¡Qué injusticia! balbuceaba al verse eliminado), nos hizo vibrar a ratos, maldecir en otros momentos y, sobre todo, saltar de alegría cuando Cesc Fábregas batía al portero luso. Hoy, en la prensa, los grises y negros titulares habituales acerca de rescates, corrupciones, recortes, escándalos se medían en las portadas con fotos de los jugadores de la selección y frases optimistas de cara al partido de la final el próximo domingo. No soy un forofo seguidor del fútbol, pero anoche fui uno de los más de 17 millones de espectadores que parece ser que seguimos la retransmisión por televisión, junto con unos 1.500 que estaban en el estadio.


Volviendo a los asuntos judiciales, de los que no logramos salir del todo, acaba de pedir amparo ante el Consejo General del Poder Judicial el juez instructor del caso del expresidente Fabra (el noveno que se encarga de este caso en 8 años) por recibir presiones de sus superiores para que archive la causa y no siente definitivamente en el banquillo al susodicho. Hay que recordar que está acusado de tráfico de influencias, cohecho y delito fiscal, ahí es nada; pero es que vivimos en el país de nunca jamás: nunca jamás dejaré que condenen a uno de los nuestros, haga lo que haga; algo así como la Iglesia con sus curas pedófilos. No terminamos de despegar como nación importante, no somos referentes de nada si nos sacan del fútbol o del tenis y eso tenemos que agradecérselo sin duda a nuestros políticos, esa "clase" instalada en ayuntamientos, comunidades, parlamentos y cualquier institución de la que se obtengan pingües beneficios en forma de importantes remuneraciones por su mal ejercicio. Es como tener en España una máxima: ¡Hazlo mal, gasta el dinero público sin control y llévamos a la ruina que nosotros, idiotas, te premiaremos en las urnas!
No quiero poner punto final a este post sin volver a "La Roja", para pedir, como han hecho miles de conciudadanos ya, en especial por Twitter, que los jugadores donen su importante prima por ser campeones o subcampeones a causas sociales. Gente como ellos, que gana tanto dinero durante el año, debería tener un gesto de generosidad y cubrirse aún más de gloria, no sólo jugando tan bien como lo hacen sino siendo, además, generosos con tantos miles que lo pasan cada día peor y que, sin embargo, se ponen frente al televisor cuando juegan para empujarles hacia la victoria con su ánimo.
¡No esperamos menos de ellos!