domingo, 6 de mayo de 2012

Un político normal.

Cuando comenzó la campaña electoral el que hoy ha sido elegido Presidente de la República Francesa, François Hollande, dijo que él era un político normal. No se si si eso es posible, no solo si el socialista francés lo es, sino, lo que más nos interesa, nuestros políticos españoles pueden llegar a ser "normales". Y es que la normalidad, aunque la RAE le otorgue una definición concreta, algo me dice que para los demás mortales tiene muchas acepciones diferentes, en función de quién la considere y en qué nivel se encuentre en la sociedad.

De lo que no cabe duda es que normales somos los que luchamos día a día para seguir sobreviviendo a la crisis ahora apestados por los bancos, aunque hasta hace tres años eran ellos mismos los que concedían hipotecas casi imposibles, créditos en cadena y decenas de años para amortizar, eso sí, a cambio de cuantiosos intereses que intetábamos no darnos cuenta de lo que suponían. Pero es que ese adosado por "sólo" 285.000 €, o cambiar el coche de 8 años por el último modelo de 4x4 a un "razonable" precio de 23.250 €, o... Qué más da el bien que adquiríamos sin necesitarlo, estábamos totalmente absorbidos por un afán de gasto y consumo insconcientemente inyectado en nuestro cerebro sin darnos apenas cuenta.

Normales son los que cada día engrosan las listas del paro casi sin esperanzas de volver a trabajar pronto, o aguantan varias horas para ser atendidos en su centro de salud, o viendo como en el colegío público al que tienen que enviar a sus hijos no se sustituyen a profesores de baja aunque lleven semanas o meses enfermos. Es casi imposible que un político en ejercicio de su cargo entienda la definición (normal: dícese de una cosa que se hallen su estado natural), porque el estado natural de las cosas es ir a tomar un café un sacar dinero de la cartera para pagarlo no que te lo sirvan y te vayas sin más, natural es ir con tu coche a la gasolinera y pagar muchos euros por unos pocos litros de combustible para cada vez hacer menos kilómetros y no que un chófer te recoja, lleve y devuelva a la residencia habitual sin que hayas tenido que mirar que la dichosa gasolina ha vuelto a subir porque tú mismo has incrementado los impuestos 24 o 48 horas antes. Cuando enferman y pueden acudir sin esperas a un moderno hospital y que te vean los especialistas necesarios en pocos días no es lo normal, o sea lo natural, ya que los de "a pie" no se pueden pagar un caro seguro sanitario privado. Los normales cuando dejan su trabajo, voluntariamente o no, reciben los que la ley laboral estipula y punto, los políticos que alcanzan puestos de gobierno, los congresistas o los senadores pueden seguir recibiendo salarios, indemnizaciones, pensiones, etc., de por vida.

Así que, haciendo este pequeño ejercicio de memoria y comparación, dudo que un político pueda ser normal; como mucho podrá parecernos así hasta que empiecen a asomar la patita por debajo de la puerta. Son privilegiados que viven rodeados de comodidades y privilegios que ellos mismos determinan, tanto en su cuantía como en sus condiciones, mientras los ciudadanos sufren una y otra vez el desprecio de los recortes, el de la eliminación de derechos y las amenazas de que o nos ajustamos el cinturón o acabaremos peor. ¿Se dan cuenta? La culpa no es suya, es nuestra. ¡Y tanto que es nuestra! Solo nosotros somos culpables de que sigan en el pedestal desde el que nos miran o desde el palacio que nos gobiernan, se llame Real o Moncloa.

A pesar de todo, yo me alegro de que Hollande haya ganado hoy; al menos pondrá equilibrio de fuerzas en las dos potencias que manejan los hilos europeos, Francia y Alemania. Es momento de confiar.

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