martes, 29 de mayo de 2012

Los pitidos...

Me hace gracia, mucha gracia, bueno y bastante rabia también, vamos una mezcla de sensaciones, las dos frasecitas que el ministro de Exteriores, García-Margallo, ha exbruptado (perdonen la licencia de poner una palabra que no existe, pero la referencia de la RAE a exabrupto es perfecta: "ademán inconveniente e inesperado")  refiriéndose a los pitidos que se oyeron en el estadio Vicente Calderón la noche que se jugó la final de la Copa del Rey: "Me parece que los pitidos perjudican los intereses de todos los españoles" y "Una debilidad en la Nación es algo que los mercados huelen".

Hay que recordar que el referido partido lo jugaron los máximos representantes del fútbol de Euskadi (el Athletic Club de Bilbao) y de Catalunya (el Fútbol Club Barcelona), las dos comunidades más nacionalistas de nuestro País y ante la representación menos nacionalista que pudiera haber, el Príncipe Felipe, ya que el Rey se escondió oportunamente en esta ocasión. Pues eso, que, primero era un espectáculo deportivo y no debemos sacarlo de contexto; segundo, había mucho espíritu nacionalista en el ambiente, y tercero, se calentó bien días antes el asunto con las declaraciones, entre otros, de "la Espe". ¿Había alguien que esperara lo contrario? Además, todos salieron satisfechos de los pitos; los que lo querían porque los hubieron y los contrarios porque "ya lo habíamos advertido..."

Volvamos a los perjuicios, los mercados y el olor. Si algo perjudica nuestros intereses y los mercados huelen son nuestros representantes (ufff, yuyu, no me gusta referirme a ellos así) y su manera de actuar y su manía de ocultar, de cambiar versiones, de manipular estadísticas, de obstaculizar comparecencias y de negar comisiones de investigación. Eso nos perjudica y nos está fastidiando el presente e hipotecando el futuro. Nos manejan a la deriva, sin decencia política, mintiendo un día sí y otro más, protegiendo a quienes han estado en primera línea provocando lo que ahora estamos viviendo y pagando de nuestros recursos. Hasta que no haya limpieza, justicia y demostración real de que nadie con responsabilidad es corrupto o defensor de corruptos, no podemos creer ni fiarnos de nadie que se siente en las bancadas del Congreso, Senado, Consejo de Ministros, etc bajo las siglas de cualquiera de los partidos políticos representados. Mientras dure esta desfachatez hemos de usar la siguiente expresión en sustitución de la habitual: "todos son culpables hasta que demuestren lo contrario".

Hay una frasecita escuchada ayer al Presidente en esa rueda de prensa imprevista e inédita que dió en sede partidaria (aunque coartando la libertad de pregunta a los periodistas): "No va a haber ningún rescate de la banca española". Aún tengo escalofríos; está negándolo, ojo, de manera contundente, como para dejarnos tranquilos acerca del futuro más inmediato de nuestra economía. Pues mucho me temo que decía justo lo contrario de lo que piensa y sospecha nuestro seseante dirigente. Pongamos las barbas a remojar. Aparte de esa perla dijo que en el proceso de nacionalización de Bankia ha habido un ejercicio de transparencia. Dudo que le vaya a llegar mi post a Rajoy (ya me gustaría por simple ejercicio de vanidad) pero voy a dejarle la definición de mis amigos de la RAE acerca del vocablo mencionado tan alegremente por él y del que dudo que entienda bien su significado; transparente es "cuerpo a través del cual pueden verse los objetos claramente" "claro, evidente, que se comprende sin duda ni ambigüedad". Me niego a aceptar que lo que se ha hecho con el caso Bankia sea eso, más bien es cualquier cosa menos transparente (pueden sustituirlo por opaco, oscuro, manipulador...)

Ahora, para quedarnos a gusto y felices de tanta buena noticia, salta a los medios de comunicación la penúltima (ya nunca podremos decir eso de la última) barrabasada: un exdirectivo de Bankia y Bancaja tiene derecho a una indemnización de 14 millones de euros; para los que no manejan bien las cifras vamos a darlo en pesetas: 2.325 millones. El pollo se llama Aurelio Izquierdo. hay que j...





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