domingo, 15 de julio de 2012

La indignidad de un inepto.

Indigno: "El que no tiene mérito ni disposición para algo. Que es inferior a la calidad y mérito de alguien o no corresponde a sus circunstancias" e inepto: "No apto ni a propósito para algo, necio o incapaz". El diccionario de la RAE define casi literalmente lo que muchos, muchos miles, de ciudadanos vemos como las principales características que definen humana y políticamente a Mariano Rajoy Brey, el Presidente del Gobierno español. Este político mediocre, rodeado de una cohorte de insensibles y despiadados ministros y altos cargos, se ha dedicado a despojar al país y sus habitantes de sus libertades y derechos, de sus salarios y pensiones. Es fácil desde el poder, desde el ático del Estado, cortar de tajo cualquier atisbo de bienestar que a su pueblo le va quedando usando la falaz ("Embustero, falso, que halaga y atrae con falsas apariencias") excusa de la necesidad impuesta por las circunstancias que vivimos; esta crisis que nos somete ha sido parida y mal gestionada desde los círculos del poder, político y financiero. Por tanto, es imposible que los que supuetamente nos gobiernan, simples marionetas de los anteriores, hagan nada por acusar y enjuiciar a banqueros, especuladores y demás calaña que nos conducen al declive de una próspera sociedad. La justicia social que España necesita no se podrá conseguir por los cauces legalmente establecidos, ya que quienes los tienen que aplicar nada harán.

La imagen exterior que nuestro país y sus representantes ofrecen no da ni dará confianza a los que han de darnos y fiscalizarnos medios financieros para poder salir del agujero. Somo una nación de pícaros y vividores a los que hemos dejado hacer y deshacer a cambio de un puñado de euros y unas supuestas libertades, todas aquellas que ahora se dedican a sesgar mediante decretos de ley, mayorías aplastantes y maneras nada democráticas. Estamos en sus manos y las herramientas que usan se las ha condedido el pueblo; ese pueblo al que desde los exquisitos asientos de piel del Congreso y a gritos les dicen "que se jodan". Pues no, no debemos permitir que nos jodan así, sin defendernos, sin morder, sin que les devolvamos, a nuestra manera, tanta falta de democracia y de respeto a su pueblo. Son gente que solo aman su condición y la situación de poder a la que se han aupado y que como un gremio corporativo se apiñan, defienden y protegen para no perderlo, aunque hayan de esgrimir cualquier arma que estimen conveniente.

No me apena ver las imágenes de la Delegada del Gobierno en Madrid, Critina Cifuentes, acorralada e increpada por un grupo de ciudadanos más que indignados por las drásticas e inhumanas medidas que su gobierno, al que ella representa, un día tras otro "regala" a trabajadores, jubilados o jóvenes incapaces ya de seguir soportándolas. Cifuentes si pudo irse de compras, ella no tiene recortes que sólo le permitan ver escaparates desconsoladamente, ella gasta y disfruta de su posición provilegiada. ¿Pues que se joda! No deseo violencia contra ella, pero sí que viva la realidad de la calle con toda la crudeza posible.

El indigno e incapaz Presidente se ha especializado en huir cada vez que puede por las puertas traseras para evitar la reacción de la gente, harta y despreciada. No comparece, no habla, no explica, solo se escuda en la "herencia", en la imposición, en la necesidad. Mentira, este país tiene capacidad de salir de la mierda donde nos han hundido, pero no con ellos, sino con otros, con gente que de verdad trabaje unida por conseguirlo, que trabaje con salarios ajustados, con el mismo ajuste al que han sometido al de sus funcionarios y empleados. En el cierre de congreso de su partido en Andalucía se atrevió a decir a los suyos que no han de avergonzarse de nada, que debían salir con la cabeza bien alta; dijo que su gobierno no piensa que haya hecho nada mal. Es que viven en otro mundo, el de la mentira. Nunca nadie, ni el dictador, nos ha contado tantas y tan gordas; nunca antes España ha estado en otra igual, gobernada por una pandilla de expoliadores, chupópteros y vividores de un pueblo cada día más empobrecido.

Pues sí, Mariano Rajoy Brey, usted sí que tiene mucho de qué avergonzarse. Tiene que hacerlo por ser el político más miserable que ha entrado en La Moncloa y que peor huella dejará en la Historia para las generaciones venideras. Es usted indigno de cada uno de los 78.185 euros que cobra de las arcas públicas, e inepto porque no da la talla para dirigir España. Ahora nos tocará ver, en pocos días, como viaja a Londres, a las Olimpiadas, porque los deportistas españoles merecen que su presidente les arrope. Pues sabe lo que le dice este cada día más indignado ciudadano observador:

¡Vállase usted a la mierda. Que le jodan!

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