A medida que ha ido avanzando la crisis, más me he fijado en algunos pequeños detalles que a diario nos ofrece la prensa y en especial la tv cuando salen a escena "nuestros" representantes; sobre todo en los previos, en los pasillos, cuando se saludan, cuando parece que nadie se fija en ellos, si ponemos atención, sus gestos y la complicidad entre ellos nos hace dudar de si realmente les importa tanto como dicen los problemas sociales, las clases más desfavorecidas, etc. Sus sonrisas son de felicidad, de tener las espaldas cubiertas (y no solo me refiero a los escoltas), de que su sueldo no depende de los altibajos de la bolsa o de las ventas de cualquiera de nuestras empresas.
Cuando eres tú mismo, reunido con los tuyos, quien fija cuánto vas a cobrar de los fondos que el Estado pone a tu disposición todo es fácil. Nadie te hará un ERE durante al menos cuatro años, ni tu contrato es uno de esos que acaban de salir, fácil de romper a cambio de poco dinero; por no tener no tienen ni contrato sino un supuesto "mandato popular". De lo que no quieren darse cuenta es de que ese mandato popular lo damos para que trabajen al menos tan duro como hacen sus normas trabajar a los demás. Ese mandato es para que en épocas de escasez y problemas se apliquen restricciones y recortes, no solo apliquen restricciones y recortes a los ciudadanos a los que gobiernan.


En alguna que otra ocasión me he sentido como un niño al que sus padres le dicen "se hace así,porque lo digo yo". Me da muchísima rabia que tanto egocentrismo y manipulación sea el resultado de unas elecciones. No tenemos posibilidad alguna de exigirles que hagan bien su trabajo, y si lo hacen mal, como sus jefes que somos no podamos suspenderlo de empleo o sueldo, o simplemente despedirlos y buscar a otr@ que lo sustituya.
ResponderEliminarHay mucho que cambiar y no es la economía.