domingo, 22 de abril de 2012

Si de verdad les importáramos...

En 2009 el cielo era gris, la crisis no se veía venir porque ya la teníamos encima. Al año siguiente el paro aumentaba en cifras casi escandalosas, los casos de corrupción destapados se iban desvaneciendo al llegar a los tribunales, entre otras cosas por las grandes trabas puestas en las investigaciones. Había que proteger al desalmado que se estuvo lucrando desde una posición de ventaja política. 2011 ya vaticinaba que no solo la crisis estaba sino que pensaba quedarse a vivir con nosotros mucho tiempo. Este podría ser un simple y escueto resumen de una muerte anunciada, la de nuestro estado del bienestar.

En un país avanzado, con verdaderas intenciones de salvar la situación, los partidos políticos, en especial el que gobernaba y veía desde hacía tiempo que por sí solo era incapaz de hacerlo y el principal partido de la oposición que solo se había dedicado a una guerra sin cuartel para adelantar las elecciones y lograr una mayoría aplastante a base de promesas que con el paso de los meses y la llegada de 2012 se vio que eran imposibles de cumplir, en ese país avanzado digo, los partidos se hubiesen unido en una coalición para aunar fuerzas y demostrarle al mundo y a los mercados que éramos inteligentes antes que partidistas, ciudadanos antes que especuladores. Un compromiso serio de trabajo y un pacto de elecciones en cuanto tuviéramos de nuevo la solvencia y estabilidad económica que un Estado fuerte y moderno debe tener por bandera.

Yo y creo que la gran mayoría de españoles nos hubiéramos sentido muy orgullosos de nuestros políticos, de izquierda, centro o derecha, si los hubiésemos visto trabajar supeditando sus ideologías al bien general, sus prebendas a la supervivencia social. Pero no, este país ha demostrado una vez más que lo que realmente interesa es ganar, sobre todo si podemos salir victoriosos pisoteando al rival, destruyéndolo. Da igual ganar contando mentiras a sabiendas, sobre todo porque el pueblo, el que vota en las urnas cada cuatro años, es bastante inculto, inculto políticamente por supuesto (aunque de la otra incultura aún tenemos bastante por aquí también), y se va a creer lo que le digan, esas promesas que en mítines siempre quedan muy bien: salvar al país de la inoperancia y el mal hacer de los otros, de los anteriores. Y hay más, no solo somos líderes en incultura política, lo somos igualmente en falta de memoria; volvemos a caer como pardillos una y otra vez, cada cuatro años, en las falsas esperanzas que nos ofrecen sus discursos. Nos limitamos a un pobre ejercicio político, castigando al que gobernaba votando al contrario.

No podemos esperar más de nosotros, somos así. Simplemente nos hemos querido codear con paises que están por encima de nuestras posibilidades creyéndonos superiores y mejores de lo que somos, porque aún somos un poco como en los 50, 60 y parte de los 70: una simple república banarera, donde el que logra gobernar aprovecha el tiempo en colocar amigos y benefactores, cimentarse las bases de su futuro tras el paso por la política y vivir acomodadamente rodeado de su "irealidad" de coches, escoltas, viajes y demás prebendas que pagaremos "religiosamente" entre todos los que nunca lograremos conocer lo que significa tener poder. Aunque me duela y me indigne a diario, me he propuesto aceptar que lo más que puedo hacer ya es lamentarme de haber nacido en España y no en Islandia, por ejemplo, donde han sentado en el banquillo a políticos y banqueros por llevarles a la ruina. ¡Qué ejemplo!

1 comentario:

  1. ¿Llevas al banquillo a un político español? Ni en sueños. Somos España, por tanto un país de pandereta y no digamos nada si vamos a las autonomías, que en realidad son las autonosuyas, las de los políticos. Un desastre

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