sábado, 15 de septiembre de 2012

Me importan un carajo.

Según la R.A.E. "importar algo un carajo a alguien" es no importarle nada. Pues esa es la sensación que me producen los 40 años de Letizia Ortíz, el Presidente del Gobierno y su grupo paramilitar, perdón ministros, los bancos y sus rescates y así un largo etcéteras de privilegiados que viven en una confortable burbuja mientras el resto, los ciudadanos de a pie, funcionarios, maestros, amas de casa, sanitarios, autónomos, bomberos, parados, etc., ven como sus derechos son sistemáticamente sesgados semana tras semana. Cuando hace cuatros años la caída de uno de los principales bancos de inversión de Estados Unidos, Lehman Brothers, provocó el comienzo de la crisis que vivimos, su director para España y Portugal y consejero asesor del mismo era Luis de Guindos, sí ese que ahora aplica con cara impasible y pertinaz sonrisa desagradable los recortes a los que el gobierno de Mariano Rajoy nos somete. ¿Qué crédito y qué confianza puede dar un personaje así como para dejarle las riendas de la economía nacional? Pues a la mayoría de los que podemos razonar con cierto criterio ninguna confianza, más bien es bastante desconfianza lo que nos provoca.

Letizia, Mariano, Soraya, Juan Carlos, Esperanza o Luis, sin más, podemos ser cualquiera de los casi 50 millones de habitantes de España; pero Ortíz, Rajoy, Sáenz, Borbón, Aguirre o Guindos es suficiente añadido para convertirlos de anónimos a poderosos, de puteados a privilegiados, de currantes a vividores. Sus casas y sus lugares de trabajo se blindan cada vez que hace falta para evitarles las "molestias" de las protestas ciudadanas. Para ellos los recortes no existen en libertades, las tienen todas, tampoco en privilegios ya que siguen disponiendo de los mismos que siempre han tenido; hasta en lo económico casi no se han visto afectados, ya que sus asignaciones son tan elevadas que un pequeño 5 o 7% les siguen dejando una cantidad "insultante" de euros para desarrollar su vida.

A estas alturas del texto el concepto "carajo" me empieza a parecer suave, hasta delicado habida cuenta de la desfachatez con la que despachan los asuntos estos personajes y el rostro que le echan a la cuestión. Así que mi sentimiento, aunque en el fondo significa prácticamente lo mismo, ha pasado a: me importan una mierda. Más que nada porque eso es lo que les importamos nosotros, los que no disponemos de coches oficiales, escoltas, casas pagadas, pensiones inalcanzables... Se suponen que eso lo tiene por trabajar por el bien público. Pues ¡Una mierda!, lo tienen porque se lo pueden asignar y proteger ya que son ellos mismos los que deciden quién opta a esa vida y cuánta es la cantidad que se llevará por la cara en la mayoría de los casos.

No podemos olvidar que estamos gobernados por un fraude; así ha de considerarse la manera en la que se consiguió. Ninguno es tonto, todo lo contrario, y la situación era bien conocida (véase si no el caso de Guindos, de donde venía), por lo tanto lo más fácil era intentar convencer al pueblo de que traían la solución a todos los males, sobre todo a los males del anterior gobierno. Con su programa en mano, a modo de biblia, se dedicaron a mentir, a prometer y augurar todo lo que luego, ya con mayoría absoluta, empezaron a incumplir impunemente, a sabiendas de que lo hacían punto por punto, promesa por promesa todo lo dicho en mítines, entrevistas y artículos de cabecera de la prensa fiel al partido. Lo más digno que podría hacerse en este caso es dimitir y abrir de nuevo un proceso electoral; pero para hacer un acto digno, primero hay que serlo y éstos, si algo han demostrado por activa y por pasiva es precisamente carecer de dignidad, al menos dignidad política.

Ya hemos retrocedido muchos años en libertades y derechos; pero lo más triste es que no ha parado la vuelta al pasado, prometen seguir quitando, cortando, limitando cada una de las conquistas que nuestra sociedad había alcanzado. Hasta tal punto se ha llegado que sólo nos falta que sus policías vuelvan a ser "los grises" de antes (la cara de perro ya la han sacado en las manifestaciones) y patrullen en Land Rover Santana, que en las escuelas, separados niños y niñas claro, se vuelva a pegar, que entren en las cárceles las mujeres abortistas, que las comunidades autónomas vuelvan a ser regiones (Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Las Vascongadas...), etc, etc, etc. Los que pudimos vivir bajo el peso del yugo y las flechas, al menos nosotros, sabemos de qué hablamos y sabemos las consecuencias de los retrocesos sociales: cuestan muchas décadas recuperarlos.

Están arruinando nuestro sueño y el sueño de nuestros hijos. Se han cargado gran parte de bienestar social conseguido y todo parece indicar que seguirán por el mismo camino. Todo ello sin el más mínimo sentimiento de arrepentimiento, ya que son ellos los que nos han metido en este negro presente; ellos, sus amigos banqueros y los que los protegen. Sólo queda una esperanza, un camino posible para los puteados: que los echemos, literalmente. Mientras tanto y a la espera de conseguirlo, sus vidas, sus cumpleaños, su futuro y todo lo que les ocurra me seguirá importando una mierda.

¡Ni olvido ni perdono!

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